Los niños en sus producciones plásticas cuentan lo que sienten en el mundo que les rodea. Los adultos vemos el mundo de otra forma. No lo vemos con sus ojos. Pero eso no nos da el poder de corregir sus obras basándonos en nuestra captación de la realidad. Por eso cualquier corrección que hagamos puede interferir en su expresión personal. El garabato de un niño es lo que el niño vea, no lo que yo quiero ver. No debemos poner como ejemplo compartivo las obras de los niños. No hay "más bonitos" o "más feos". Son diferentes formas de expresión. Si solo damos la opción de copiar y repetir estamos impidiendo que gocen de la libertad de crear. La repetición le priva de expresar sus propias interpretaciones de las cosas. Las repeticiones estereotipadas harán que desarrollen modelos rígidos de pensamiento. Algún día podrán tener "miedo al papel en blanco", perderán la confianza en si mismos y seguramente algún día dejen...
El niño está hecho de cien. El niño posee cien lenguas, cien manos, cien pensamientos, cien formas de pensar, de jugar y de hablar. Cien ,siempre cien, maneras de escuchar, de sorprender y de amar, cien alegrías para cantar y entender, cien mundos para descubrir, cien mundos para inventar, cien mundos para soñar. El niño tiene cien lenguajes (y más de cien, cien, cien) pero le roban noventa y nueve. Loris Malaguzzi